top of page

¿Cómo acompañar a nuestros seres queridos con Alzheimer?: contando historias

  • Foto del escritor: Casa Hogar Nueva Esperanza
    Casa Hogar Nueva Esperanza
  • 8 jul
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 13 minutos


ree


El hablar y compartir anécdotas nos recuerdan de dónde venimos y quiénes somos. Al compartir historias con nuestros seres queridos, no solo mantenemos viva la memoria, sino que también fortalecemos los lazos que nos unen.


¿Cuál es el verdadero valor de las anécdotas, narraciones e historias en la vida de una persona, especialmente en la de aquellos que enfrentan el Alzheimer? Este fragmento de la escritora María Teresa Andruetto nos ofrece una conmovedora perspectiva:


"Estoy en una situación especial, mi madre, muy anciana, ha perdido absolutamente la memoria. Salvo algunos pocos nombres o circunstancias de sus primeros años, ha olvidado todo, ha olvidado que se casó, que tuvo hijos, el nombre y la vida de mi padre, cada cosa que hizo a lo largo de sus ochenta y ocho años […] sin embargo, nada de eso ha suspendido en nosotras el hábito de contarnos historias. De niña nos leía -a mi hermana y a mí- cuentos y nos hablaba de personas que había conocido y muy en detalle de su propia vida y de la vida de mi padre. Eso me convirtió no sólo en una lectora sino en una entusiasta receptora de historias de vida, y ahora yo hago eso mismo con ella, le cuento una vida que conozco porque ella me la contó, cosas de su infancia, de sus padres, de su abuela, del encuentro con mi padre. Así es como ella escucha ahora en mis palabras una vida que fue suya, que ha olvidado y ahora recibe como si fuera un cuento. Esos encuentros son, en medio del desamparo del Alzheimer, momentos luminosos en los que siento que algo en ella se recompone, se amalgama, cuando -al igual que un niño- me pide que le cuente más, que le cuente eso mismo otra vez, una vez más."

Leer es una de las formas más puras de empatía; nos permite ser otros por un momento. Cuando leemos, somos ese que leemos, habitamos sus pensamientos. El libro Las gratitudes, de Delphine de Vigan, nos lleva a habitar varias perspectivas: una adulta mayor con demencia; su familiar, una vecina casi como una hija, que presencia su deterioro y vela por su cuidado visitándola cada vez que puede; y un logopeda, quien está a cargo de sus terapias de lenguaje pero que también se encariña profundamente con ella por su proceso y reflexiones. Todos aprenden unos de otros y de allí el título Las gratitudes.


Al trabajar con adultos mayores tenemos acceso a un cúmulo de experiencias. Es una relación que no solo implica cuidado, sino también aprendizaje. Este libro es un hermoso recordatorio de ello.


Su lectura es fácil, tierna y llena de humanidad, especialmente conmovedora para quienes hemos acompañado a adultos mayores. Aquí algunos fragmentos:


"Cuando los veo por primera vez, siempre busco la misma imagen: la imagen de antes. Tras sus miradas borrosas, sus gestos inseguros, sus cuerpos encorvados o doblados por la mitad, busco al muchacho o a la muchacha que fueron […] Los observo y me digo: ella también, él también amó, gritó, gozó, nadó, corrió hasta perder el aliento, subió las escaleras de cuatro en cuatro, bailó toda la noche. Ella también, él también cogió trenes, metros, paseó por el campo, por la montaña, bebió vino, se levantó tarde, […] Me conmueve pensar en ello. Voy en busca de la imagen e intento resucitarla, no puedo evitarlo […] Me gusta descubrirlos en la flor de la vida, pero ¿qué edad es esa? ¿Los veinte? ¿Los treinta? ¿Los cuarenta?"

"Soy logopeda. Trabajo con las palabras y con el silencio. Con lo que no se dice. Trabajo con la vergüenza, con los secretos, con los remordimientos. Trabajo con la ausencia, con los recuerdos que ya no están y con los que resurgen tras un nombre, una imagen, un perfume. Trabajo con el dolor de ayer y con el de hoy. Con las confidencias.Y con el miedo a morir. Forma parte de mi oficio."

"Hay que luchar. Palabra a palabra. Sin concesiones. No hay que ceder. Ni una sílaba, ni una consonante. Sin el lenguaje, ¿qué nos queda?"

La palabra es una forma de cuidado. Nombrar las cosas, recordar y contar historias no es solo tarea de literatos o terapeutas del lenguaje, es un rasgo profundo de nuestra humanidad. En Casa Hogar Nueva Esperanza, velamos por ese compartir recuerdos. Por eso, invitamos a nuestra comunidad a seguir contando y creando historias con sus seres queridos.


Compartir historias es una forma de cuidado y conexión emocional




Referencias:

Andruetto, M. T. (2018). Hacia una literatura sin adjetivos. Luna Libros. (pp. 141-142). ISBN 978-958-8887-27-2


de Vigan, D. (2019). Las gratitudes. Editorial Anagrama.






Comments


Commenting on this post isn't available anymore. Contact the site owner for more info.
bottom of page